Ante todo, debemos distinguir entre problemas propios y ajenos. También a identificar los pensamientos negativos y buscar soluciones que nos satisfagan y nos aporten un sentimiento de tranquilidad
Hay quien es capaz de crear sus propias tormentas y llorar cuando llueve. Estamos seguros de que conoces a alguien con este tipo de personalidad, que crean sus propios problemas y más tarde se lamentan de los laberintos en que ellos mismos se encierran.
Lo más peligroso en estos casos es que, la mayoría de las veces, consiguen arrastrar a otros en sus propias obsesiones, en sus dilemas morales o personales. Nos llegan a responsabilizar, con lo cual, hemos de sumar a nuestra mente problemas que nos son ajenos.
Es algo muy común, en especial en personas algo inmaduras y dependientes. No obstante, este hecho, el de crear tormentas donde solo existe calma, es algo que todos hemos sufrido en algún momento puntual debido también a un instante de inseguridad.
Vale la pena reflexionar sobre ello.
Cuando creamos propias tormentas en día de calma
Hay días en que nos obsesionamos más por las cosas sin saber muy bien la razón. «Y si esto no me sale bien… ¿Qué voy a hacer? ¡Ya no tendré otra salida!», «Está visto que estoy condenado a ser infeliz, no hay nada que me salga bien».
Estos pequeños ejemplos son situaciones, pensamientos e ideas en las que podemos derivar en algún momento de nuestra vida. No tenemos por qué verlo como algo traumático o peligroso.
Las crisis existenciales son instantes vitales que nos obligan a tomar decisiones igual de importantes.
Todos podemos crear nuestras propias tormentas en algún momento, pero pueden ser breves instantes de debilidad, en los que nuestra autoestima debe ayudarnos a remontar, a establecer nuevos proyectos.
No te arrepientas o veas con malos ojos haber tenido estos pensamientos. La auténtica valentía está en saber asumir que «no estamos bien», y que tras la tormenta necesitamos calma y luz.
Reorganizar nuestros pensamientos.
Es necesario dejar a un lado lo que sentimos para recordar lo que de verdad merecemos. Nadie merece caminar por la vida pensando que el mundo está en su contra y que el destino le ha cerrado las puertas para siempre.
Reestructuración cognitiva
La reestructuración cognitiva puede ser una estrategia psicológica muy útil para desvanecer estas «tormentas» mentales que todos hemos sufrido o podemos sufrir en algún momento.
En ocasiones, en nuestra mente se combina el malestar emocional y esos pensamientos automáticos de los que no somos conscientes y que tienden a empeorar nuestro estado. De ahí que valga la pena tener en cuenta estas estrategias.
Toda emoción, todo pensamiento automático tiene una forma en nuestro cerebro. Así pues, cuando notes que no estás bien, coge un cuaderno y describe qué pasa por tu cabeza.
Utiliza palabras o frases cortas. Describe qué sientes, qué ves, qué notas.
Tras ello, llega el momento de «debatir» y confrontar dichas ideas.
«Siento rabia», «La gente es mala»—« ¿Por qué siento rabia? ¿Por qué he de pensar que toda la gente es mala?—« ¿Porque alguien me ha fallado?»—« ¿Qué puedo hacer para sentirme mejor»?—«Hablar de cómo me siento con esa persona, afrontar el problema y desactivar la rabia que siento».
Una vez hayas identificado la emoción y ese pensamiento negativo, debes priorizar la solución y, sobre todo, integrar en tu mente un estado positivo de liberación, de que vas a poder superarlo.
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Para llevar a cabo esta técnica podrías necesitar la ayuda de un especialista de la salud mental.
Protégete de tormentas que no son las tuyas
Acabamos de asumir que también nosotros somos capaces de crear nuestras propias tormentas. Ahora bien, sabemos que es un proceso interno y personal y que somos nosotros los únicos responsables para afrontar el problema.
No obstante, una realidad muy común en nuestro día a día es que existen personas capaces de arrastrarnos a sus propios problemas, a sus propias tormentas.
Si bien es cierto que todos podemos tener estos instantes de crisis, hay quien parece vivir en un estado de crisis crónica.
Son personalidades muy inseguras que necesitan ser reconocidos, confirmados y atendidos porque se ven a sí mismos incapaces de afrontar problemas que, en ocasiones, ellos mismos se crean.
Podemos tener amigos, familiares e incluso parejas con este estilo de personalidad.
En estas situaciones podemos quedar envueltos en una atmósfera de emociones negativas donde, además, se suma «la obligación» de tener que atender y resolver problemas que no son nuestros.
La manera más adecuada de actuar en estos casos es manteniendo el equilibrio y estableciendo límites. Les ayudaremos en todo lo que nos sea posible, pero dejando claro que las tormentas que uno mismo se crea deben resolverse en la mente de quien las origina.
Apoya, ofrece ánimos, pero procura que sean ellos mismos quienes den con la solución que de verdad necesitan. Si se la facilitamos nosotros es muy posible que no se vean satisfechos.
Mantén una adecuada distancia emocional. Tú ya tienes tus propios problemas y responsabilidades. No cargues con pesos ajenos a tu espalda o verás muy limitado tu crecimiento personal. Debemos ir con mucho cuidado.
Recuerda que, si necesitas ayuda, puedes recurrir a un especialista de la salud mental para ayudarte a gestionar tus emociones. Lo que aquí hemos expuesto son consejos que podrían no funcionar en tu caso.