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El Mundo de los Valores

DE LOS DESIERTOS DE LA VIDA A LA REALIDAD DE LA MISIÓN (Audio)

JUAN EN EL DESIERTO
SOLEMNIDAD DEL NACIMIENTO DE JUAN BAUTISTA

Celebrar al precursor del Mesías nos hace conscientes de que, para recibir a Jesucristo, se hace necesaria una preparación y, para ello, hemos de tener en cuenta estos aspectos fundamentales.
1. Hacer memoria de nuestra condición de hijos de Dios, de redimidos por Jesucristo y de miembros de su iglesia. Esto significa revivir, en nuestra conciencia, el recuerdo de todo lo que ha obrado el Señor en favor de la humanidad, de la alianza de Dios con su pueblo en Moisés, alianza que se hizo nueva y eterna para nosotros en Jesucristo el Redentor.
2. Admitir que somos débiles, frágiles y pecadores necesitados de Dios.
3. Confiar en la misericordia y el amor del Señor que, a pesar de nuestras transgresiones e infidelidad, viene en nuestra búsqueda para devolvernos la amistad con el Padre y ofrecernos la salvación.
4. Reconocer que en el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo encontramos la fuente de la sabiduría y el camino para volver a Dios.
5. Aceptar que necesitamos con urgencia encaminarnos por la senda de la conversión.
6. Abrir el corazón al amor de Dios, dejarnos amar por Él y amarlo por sobre toda criatura, cosa o ambición en este mundo, sin olvidarnos del amor hacia nuestros hermanos.

Juan Bautista eligió vivir en el desierto, abandonado plenamente a la Providencia Divina. En el desierto recibió de Dios el alimento material y espiritual, recibió la instrucción del Señor y la sabiduría que de Él proviene para poder llevar a buen término la misión que debía cumplir.
Es necesario que, también nosotros, lleguemos a la comprensión de que, cuando somos llevados a los desiertos de esta vida, debemos tener la disposición y apertura para escuchar a Dios que nos habla allí para colmar nuestro corazón de la certeza de su amor, para instruirnos y mostrarnos la verdad sobre quiénes somos con nuestras limitaciones y rebeldías y Quién es Él con toda su grandeza, su poder, su ternura y su amor sin límites, para mostrarnos su providencia a pesar de nuestra ingratitud y capacitarnos para cumplir nuestro propósito en esta vida.

Que el eco de la voz de Juan Bautista llamándonos al arrepentimiento y la conversión nos lleve a confiar en la misericordia de Dios y a preparar nuestro corazón para hacer de él un altar donde habite el Señor.

Amén.
Por Marynela  Florido S.

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