Las características necesarias para tener éxito como líder varían según el nivel que ocupe en la jerarquía. Por lo general, un supervisor debe tratar con un gran número de empleados, mientras que un ejecutivo interactúa solo con unos pocos subordinados, por lo que sus habilidades de liderazgo deberán ser diferentes.
Los supervisores son buenos líderes cuando:
1. Son considerados, están centrados en las personas, apoyan a sus trabajadores, les ayudan cuando es necesario y están más dispuestos a defenderlos de la crítica de los más altos cargos.
2. Utilizan un estilo democrático. Es decir, mantienen reuniones frecuentes con sus empleados, sienten interés por conocer sus puntos de vista y los animan a participar.
3. Son flexibles. Dejan que sus trabajadores hagan su trabajo a su manera cuando es posible, siempre que esté de acuerdo con las metas de la empresa. En cambio, los supervisores menos efectivos dicen exactamente cómo debe realizarse un trabajo y exigen que los empleados sigan ese guión con precisión.
4. Se ven a sí mismos como entrenadores o preparadores más que como directores. Dan indicaciones claras sobre el trabajo a realizar y realizan las observaciones necesarias sobre el progreso del trabajo de sus empleados.