Compartimos hoy éste artículo escrito por Carlos Eduardo Nava, escritor y Coach de Emprendedores que nos ofrece una serie de prácticas para alcanzar la meta de fortalecer nuestra inteligencia día a día; una estupenda motivación para avanzar en nuestro desarrollo personal.
No hay misterio o magia en los condicionamientos para ser una persona más inteligente cada día. Como todo en la vida es una cuestión de esfuerzo y dedicación. Solo existe una diferencia entre éste y otros trabajos que deben empeñarse para alcanzar los objetivos que se desean: el esfuerzo para ser una persona más inteligente cada día es una inversión que multiplica sus resultados a lo largo de toda la vida.
La inteligencia no es una cuestión de formación, y tampoco de pautas biológicas. Es un proceso continuo que tiene que ver con la interacción y las respuestas que se dan a las cosas que acontecen.
La inteligencia tiene en la dinámica el factor esencial para su desarrollo. No es un estado que se transforme de tanto en tanto, es un flujo de condiciones que cambia siempre. Y depende de cada persona que ése cambio sea de beneficio y no conduzca a involución.
La inteligencia ha combatido siempre las interpretaciones que la han confundido con la erudición, la sabiduría o el genio. Erudito es quien conoce algo con mucha profundidad. Sabio aquel que acompaña conocimientos con conducta prudente, y genio el que tiene facilidad para crear e inventar cosas admirables o realizar alguna actividad de forma imaginativa y brillante.
Si los eruditos, sabios o genios son caracteres inteligentes o no, es otra cosa. Porque la inteligencia tiene que ver en igual magnitud con la capacidad de entender y desenvolverse en las cosas de la vida que con la acumulación y el ejercicio de conocimientos.
La capacidad de destacar y triunfar en la vida no está asociada a erudición, sabiduría o genio, está relacionada a inteligencia. Y en concreto a la capacidad de ser una persona más inteligente cada día.
Estas son algunas prácticas que ayudan a conseguir ése objetivo:
1. Dedique tiempo a leer cada día.
¡Simple!
Sin esta práctica no es posible desarrollar inteligencia, bien que esto sea en un proceso formal de educación o en la inercia establecida por la vida.
La mente es como un músculo (se ha escuchado esto desde siempre), y se desarrolla en función del uso que tiene. Nada entrena mejor “ése músculo” que la lectura.
Por medio de ella se pueden descubrir cosas nuevas y activar la imaginación. Las palabras, tanto en su forma escrita como verbal, son los ladrillos básicos de la convivencia social, y a través de ellas se puede conocer todo el mundo.
La inteligencia es casi un sinónimo de lectura, porque nada se ha descubierto aún que constituya fuente más completa de conocimientos y nuevas experiencias. Dedicar cada día un momento a la lectura entrena y desarrolla el cerebro. Hacerlo en tópicos relacionados a lo que se pretende en la vida, genera un perfil competitivo incomparable.
2. Concéntrese en desarrollar su entendimiento.
Desarrollar inteligencia involucra más que el mero hecho de absorber información. Es cuestión de entender con profundidad aquello que se aborda.
La comprensión (que es de lo que trata en realidad el entendimiento), es producto de factores simples, muchos de ellos relacionados a la actitud de las personas. Para comprender es necesario prestar atención, escuchar con interés, ser empático con los demás, tener paciencia, deseo y ambición de aprender.
Enfocarse en desarrollar entendimiento es privilegiar ésa disposición que tienen pocas personas de aprender algo cada día. De integrarse con la realidad y consustanciarse con todo lo que les sucede.
Comprender las cosas de la vida responde a un acercamiento horizontal, una visión panorámica de lo que acontece en ella. Un afán de integrarse conscientemente con lo que sucede. Por otra parte, también es importante comprender a profundidad (es decir con un acercamiento vertical), cosas específicas: oficios, destrezas, experticias, habilidades, etc.
¡Desarrolle su entendimiento!
Comprenda las cosas que pasan a su alrededor y profundice el entendimiento de algún oficio o tarea. Una en la que pocos posean igual virtud. De esto se trata la distinción y la construcción del perfil competitivo.
Y es una forma elemental de ser una persona más inteligente cada día.
3. Cuestione las cosas permanentemente y busque aclaraciones.
La pregunta que más utilizan los niños cuando están desarrollando su inteligencia es ¿por qué?
Así se deben cuestionar todas las cosas que suceden. Solo de esta forma se llegan a comprender genuinamente y se suman al conocimiento.
Ahora bien, la demanda para cuestionar las cosas que suceden corresponde a un ejercicio intelectual, uno indispensable para el crecimiento de la racionalidad. No es una solicitud que deba confundirse desde los ámbitos de la inteligencia emocional, puesto que nada se gana con preguntarse ¿por qué me pasa esto o por qué me sucede a mí? No se trata de estas cosas. El cuestionamiento que se solicita está relacionado a la comprensión y el entendimiento.
Hacer preguntas es un acto de soberana inteligencia.
La innovación proviene siempre del hecho de preguntar y ser curioso. Es la forma en que se amplían las fronteras de la realidad y de la propia mentalidad. Tener una mente abierta a todo y sin atadura a nada es la forma de pasar de la inteligencia a la sabiduría e iluminación. Este camino solo puede transitarse activando la curiosidad, haciendo preguntas, cuestionando las cosas, buscando aclaraciones.
Los ojos de los niños brillan el momento de hacer una pregunta y emiten destellos cuando procesan las respuestas. Ése es el signo de crecimiento que experimenta la inteligencia, el éxtasis de la mente al reconocerse enriquecida.
4. Diversifique su día.
Haga siempre cosas nuevas, o al menos trate de hacerlo con regularidad.
Las rutinas son buenas en tanto permiten alcanzar eficiencia, igual que los hábitos. Pero lo peligroso es que la propia rutina se convierta en hábito, puesto que eso es ya una muestra de debilidad.
Cuando la rutina se convierte en hábito y algo la afecta u obliga a cambiar, la persona puede desmoronarse.
Es bueno ser apóstol del orden pero no fanático, porque la vida finalmente está diseñada para el cambio y la incertidumbre. Por esto mismo tiene ventaja aquel que se desenvuelve en el desorden con la misma eficacia que en el orden.
Nadie conseguirá ser una persona más inteligente cada día haciendo las mismas cosas siempre. Esto riñe con la misma lógica del conocimiento, puesto que éste demanda siempre exploración y nuevas fronteras.
La riqueza de una vida puede medirse bien de acuerdo a ése viejo slogan del “hombre Marlboro”, para quién “ningún día era igual al anterior”. Hay sin duda mucho valor en ése concepto: la capacidad de involucrarse siempre con lo nuevo y diferente, lo fresco y renovado.
Llegar a ése estado puede ser tan simple como diversificar las tareas del día.
5. Revise la información aprendida.
Esta es la era de la información.
Que por otra parte no es conocimiento. Y en nada contribuye con la inteligencia si no es integrado.
En esta era, todas las personas están sometidas a toneladas de información cada día. Si efectivamente pudiera pesarse físicamente la que le llega a cada individuo (si se convirtiera en documentación escrita, por ejemplo), pesaría de hecho muchas toneladas. ¡No es una exageración!
Para que la información sea de provecho debe ser primero procesada, aprendida y luego revisada con frecuencia y profundidad. Si lo aprendido no se deposita en la memoria de largo plazo, en poco aprovecha y sirve para el propósito de construir una ventaja competitiva. Si se desea que la información quede en la memoria de largo plazo es importante revisar periódicamente lo aprendido.
Sirve tomar notas y hacer resúmenes de lo visto o aprendido. Ayuda desarrollar la costumbre de llevar un diario o registrar las experiencias cotidianas. Todas constituyen formas de revisar lo aprendido. Procesarlo. Y habilitar de esta forma un “impermeable” para la tormenta de información y datos que azota todos los días.
La mente se protege sola de la agresión de información que recibe a cada instante. Y este mecanismo de defensa consiste en “descartar” todo lo posible. En ése proceso tiene el mismo destino lo útil y lo inútil. Por ello es necesario fijar la información beneficiosa (y el propio conocimiento), en la memoria de largo plazo.
Esto se consigue revisando permanentemente lo aprendido.
6. Haga el seguimiento de sus ideas.
Hacer seguimiento de las ideas quiere decir, entre otras cosas, que éstas no terminen siendo un simple “divertimento intelectual”.
Ideas finalmente tienen todos, y en abundancia. Pero que ellas sean de beneficio práctico para uno mismo y la colectividad está en función de que se activen, se lleven a la práctica o al menos exista la firme intención de hacerlo. Puesto que en el caso de las ideas sirve igualmente el proceso que el fin. Tratar de materializarlas vale tanto como la eventualidad de haberlas concretado.
Hacer seguimiento de las ideas es un poderoso ejercicio intelectual. Involucra el mismo trabajo que sigue al descubrimiento de una senda, es decir la consolidación del descubrimiento, la organización de la vía de acceso y el desarrollo de todo a su alrededor.
Las ideas son producto de la imaginación y la creatividad, pero el seguimiento las introduce en los dominios de la inteligencia, que en última instancia es el puente idóneo para que se conviertan en una realidad.
No todas las ideas se pueden poner efectivamente en práctica, pero el hecho de hacerles seguimiento incrementa la probabilidad y le permite a una persona ser más inteligente cada día.
7. Permítase cambiar.
Las personas inteligentes se dan el permiso de cometer errores, de fallar en el intento de alcanzar lo que se proponen. Igualmente cambiar el curso de las tareas, y lo que es más importante, cambiar ellos mismos.
El cambio es finalmente una apertura a lo nuevo, a hechos y situaciones que se encuentran fuera de la frontera reconocida de conocimientos. El cambio es vida. Es la forma de respetar el flujo de la energía que mueve todo en el universo.
No debiera ser complejo que el ser inteligente reconozca las virtudes que representa el cambio. Pero es necesario reiterarlo porque las aristas más importantes de la necesidad de ser flexible siempre se mimetizan en la turbulencia de la rutina y los convencionalismos. Cambiar paradigmas y modelos de pensamiento no es sencillo, ni siquiera para las mentes más inteligentes. Desafiar las ideas, especialmente las propias, tratarlas y discutirlas con otros, escuchar y evaluar posiciones ajenas, enriquecerse con el conocimiento de los demás, no es una práctica común. Pero es lo que debe hacer activamente la persona que busca ser más inteligente cada día.
Y no hay pérdida en el empeño, porque en tanto más inteligente sea uno, más rápido será exitoso.