Abundancia y Esperanza en el Adviento: Banquete de Misericordia.
En este cuarto día del Adviento, los textos que inspiran nuestra reflexión son tomados de Isaías 25,6-10a, en que “El Señor invita a su convite y enjuga las lágrimas de todos los rostros” y en el Evangelio «Jesús cura a muchos y multiplica los panes (Mateo 15,29-37)» Estas lecturas nos invitan a un encuentro profundo con la generosidad y el amor de Dios, que se ofrece a todos como un banquete de vida.
El profeta Isaías, en su visión de esperanza, nos habla de un futuro en el que Dios enjuga las lágrimas de todos los rostros, un futuro en el que no habrá más dolor ni sufrimiento, porque el Señor será el consuelo definitivo para los que sufren. La promesa es clara: un banquete de abundancia y gozo, una comida que representa la plenitud de vida que solo Dios puede ofrecer.
En el Evangelio, vemos a Jesús multiplicando los panes y curando a los enfermos, una manifestación palpable de esa abundancia y cuidado divinos. Jesús, el pan de vida, se muestra en su infinita generosidad, atendiendo las necesidades físicas y espirituales de la multitud que lo sigue. El gesto de multiplicar los panes no solo es un acto de misericordia, sino también un signo de la abundancia del Reino de Dios, que no conoce límites ni fronteras.
Hoy, mientras nos preparamos para la llegada del Niño Dios, la liturgia nos recuerda que la promesa de Dios es una invitación a todos: el banquete de la salvación está servido, la mesa está puesta, y Dios nos llama a participar de su amor sin reservas. El Adviento es un tiempo para reflexionar sobre esa invitación, sobre cómo podemos abrir nuestro corazón para recibir lo que Él nos ofrece: sanación, paz y abundancia. Como el pueblo que seguía a Jesús en el desierto, nosotros también estamos llamados a confiar en Él, a dejar que cure nuestras heridas y a compartir el pan con aquellos que lo necesitan.
Plegaria para hoy
Señor Jesús, que en tu generosidad nos ofreces siempre más de lo que necesitamos, te damos gracias por tu presencia en nuestras vidas. Hoy, en este cuarto día de Adviento, te pedimos que nos ayudes a reconocer el banquete de tu amor que nos ofreces y que nos inspiremos en tu ejemplo de compasión. En un mundo donde tantas veces hay dolor y sufrimiento, enséñanos a ser portadores de consuelo y de esperanza. Que, como Tú, podamos multiplicar el pan y compartirlo con quienes más lo necesitan. Ven, Señor, y transforma nuestros corazones, para que podamos vivir con más fe, esperanza y caridad. Amén.
Marynela Florido S.
Equipo de redacción