Al comenzar el Adviento, somos invitados a vivir en la esperanza, esa espera activa y vibrante que mira hacia el futuro con fe. Adviento no es solo un tiempo de preparación para la Navidad, sino un ejercicio espiritual más profundo: un llamado a esperar con confianza lo que Dios promete, un futuro lleno de paz, justicia y salvación.
La esperanza no se trata de un simple deseo pasivo, sino de una actitud que nos impulsa hacia adelante. Es mirar hacia lo que vendrá con la certeza de que, aunque el camino del presente pueda parecer incierto, hay una promesa de transformación. La vida, como el Adviento, avanza y nos invita a no quedarnos atrapados en el pasado. El reto está en vivir en el «ahora» con la mirada puesta en el cumplimiento de la promesa divina.
Pero este camino de esperanza no es solitario; se construye en comunidad. No se trata solo de un anhelo personal, sino de un deseo compartido por todos los miembros de la Iglesia, que juntos esperamos el regreso de Cristo. Y en esa espera, debemos estar alertas, orar y vivir con sobriedad, atentos a no dejarnos distraer por las preocupaciones mundanas que nos apartan de la verdad y la luz que Cristo nos ofrece.
En este Adviento, estamos llamados a vivir con esperanza, a sostenernos en la fe que mira al futuro con alegría, sin olvidar la invitación de Cristo a estar vigilantes y orantes, como Él lo estuvo en Getsemaní. La espera se convierte así en una espera activa, un compromiso con la vida que Dios nos promete, una vida renovada por su gracia.
Plegaria para hoy
Señor, en este tiempo de Adviento, abre nuestros corazones a la esperanza. Ayúdanos a mirar hacia el futuro con fe, a vivir en comunidad y a permanecer atentos a Tu presencia en cada momento. Que nuestra espera sea fiel, nuestra oración constante, y nuestra vida un reflejo de Tu amor. Amén.
Marynela Florido S.
Equipo de redacción – Club de la Vida