La comunicación en la familia es algo fundamental para que todo vaya bien.
A veces, la falta de comunicación, el no predicar con el ejemplo o no dedicarle un tiempo a tus hijos, determina que no todo marche como es de esperar, en el núcleo familiar. En ocasiones, los pequeños detalles son los que hacen la diferencia.
Las relaciones familiares han cambiado mucho en estos últimos tiempos. La poca disponibilidad horaria o las ocupaciones que cada uno tiene terminan haciendo de la relación familiar algo fría y distante, ocasionando problemas y no estando delimitados los límites que tiene cada uno. Y esto, muchas veces, se debe a que se desatienden cuestiones básicas.
Por ejemplo, predicar con el ejemplo es una de las cosas más importantes en la relación familiar. No puedes pedirles a tus hijos que junten la mesa, que limpien los platos o que estudien cuando tú no haces nada de esto. Si ellos ven que tú también lo haces y se lo inculcas, muy probablemente el resultado tenga mayor valor. Así es como puedes convenir con tus hijos rotaciones en los quehaceres domésticos y lograr que ellos también colaboren con el mantenimiento del hogar.
También es muy importante establecer una comunicación clara con tu familia. Habla a menudo con tus hijos, muéstrate como un confidente, una persona en la que pueden depositar sus palabras y que éstas sean valoradas en su justa medida. Es muy importante que escuches a tus hijos, que les prestes atención a sus palabras y no te dediques únicamente a soltar sermones. Ellos también tienen cosas muy importantes para decir.
Por eso es que es fundamental saber hacerse un tiempo en tu vida cotidiana. Atender a tu familia, darle un lugar, no dejar las cosas que puedes hacer ahora para otro momento. Si logran establecer una comunicación fluida, se le da lugar al respeto o se es coherente con el ejemplo que se da todo puede mejorar en gran forma.