Cuando el ambiente en el que trabajas es destructivo y dañino, es muy probable que no puedas dejar el trabajo sin más y salir corriendo haciendo algún gesto elocuente a esas personas que te amargan la vida, a no ser que tengas suficiente dinero ahorrado como para tomarte unos meses de vacaciones mientras buscas tranquilamente algo mejor.
Incluso aunque hayas tomado la decisión de marcharte en cuanto puedas, es posible que no te quede más remedio que seguir en ese puesto de trabajo un tiempo. En ese caso, lo mejor que puedes hacer es aprender cómo manejar la situación para que te afecte lo menos posible.
Esto no solo te ayudará a sentirte mejor, sino que te servirá para aprender a manejar estas situaciones difíciles en el futuro.
¿Cómo es un ambiente de trabajo destructivo?
Los ambientes de trabajo destructivos pueden ser diferentes, pero en general, podemos definirlos como aquellos lugares de trabajo donde:
El jefe es incompetente y abusivo, exige a sus empleados que hagan tareas que no les corresponde, les habla con desprecio o ejerce cualquier otro tipo de trato injusto.
Los compañeros de trabajo te hacen el vacío, no te dan información que necesitas, extienden rumores o chismorreos sobre ti, no hacen su trabajo (lo cual entorpece el tuyo), etc.
La carga de trabajo es excesiva, se te pide mucho pero es un trabajo muy mal pagado, faltan suministros importantes y, en definitiva, las características del puesto o condiciones de la empresa hacen que estés en una situación especialmente estresante.
Qué puedes hacer
Aunque es posible que se te pasen por la cabeza estrategias como prenderle fuego a la oficina o subirte en un avión al fin del mundo, existen estrategias menos drásticas a las que puedes recurrir sin ir a la cárcel:
1. Establece una meta
¿Cuál es el primer paso para poder hacer algo? Saber lo que quieres hacer. Por tanto, decide si deseas cambiar de trabajo o seguir en él aprendiendo a llevar bien la situación. Si has decidido cambiar de trabajo, empieza a hacer planes sobre los pasos que vas a dar para lograrlo y practica la paciencia (esa virtud casi extinta en esta sociedad frenética).
2. Ten presente que la única persona a la que puedes controlar completamente es a ti mismo.
Si pudieras controlar la mente y actos de los demás, estarías en un hotel paradisíaco muy lejos de aquí, riéndote de todos. Por tanto, deja de pensar lo que deberían hacer los demás y concéntrate en lo que puedes hacer tú. Tu jefe puede decirte que no haces nada bien, pero tú puedes creértelo o no, puedes sentirte despreciable o ignorar lo que ha dicho, puedes llenarte de ira u optar por no tomártelo como algo personal, sino como un ejemplo de lo maleducada que es esa persona. Si tus compañeros no te dan información importante, puedes pensar otros modos de obtenerla. Si esos compañeros chismorrean de ti a tus espaldas, puedes aprovechar un momento en que estén todos juntos para decirles abiertamente y con calma que sabes lo que está pasando y que si tienen algo que decirte o algún problema, pueden decírtelo directamente a la cara y tratar el tema como adultos (es una forma políticamente correcta de llamarlos niñatos infantiles). Y así, sucesivamente, para cada problema puedes pensar qué puedes hacer tú para solucionarlo, o al menos hacerlo menos grave, o puedes pedir ideas a tus amigos y familiares.
3. Si malo tú, yo peor
Ten cuidado con no caer en una espiral de «yo te hago esto porque tú me hiciste esto otro», en la que la mala relación con algún compañero de trabajo va de mal en peor porque continuamente estáis tratando de vengaros el uno del otro (sí, aunque ya no tengamos ocho años, esto sigue sucediendo). Si esto está pasando, puedes hacer dos cosas: habla con esa persona y proponle hacer borrón y cuenta nueva; o bien pasa directamente a comportarte con él o ella como te portarías con alguien que fuese un buen compañero. Esto puede hacer que cambie su comportamiento de una manera sorprendente (haz la prueba).
4. Dedica tiempo a cuidarte y relajarte
Si el trabajo te está generando estrés, es fundamental que hagas algo para recuperar fuerzas, desconectar y relajarte cuando llegues a casa. Procura sacudirte de encima todo el estrés posible:
Haz algún tipo de actividad física (excepto dar una paliza a tu jefe): deporte, estiramientos, yoga, ir a un gimnasio, etc.
Haz actividades que te distraigan y te hagan reír.
Pasa tiempo con tus amigos de un modo distendido, procurando dejar de lado el trabajo y pasarlo bien.
Practica alguna afición que te resulte entretenida y absorbente.
Escucha música que te relaje y te inspire.
Lee libros inspiradores.
Y, en definitiva, sigue esta regla de oro: por cada cosa mala que te pase, como un insulto de tu grotesco jefe, haz que te sucedan una o dos cosas positivas (que no sea siempre comerte un pastel de chocolate).